Abuelo ¿Dónde vas?
Y pues me estoy comiendo las uñas esperando que llegue el furgonetero con la Pataleta, acorto la espera dándoos otra palicilla:
Hace cosa de un año, en plena retirada del mundo tras la pandemia, salgo una mañana con la motejo. La saco de su caseta, arranco el motor y lo dejo al ralentí para que se caliente un poquito mientras me pongo el casco y los guantes.
En ese momento mis dos nietos, ella con 6 años y él con 5, se acercan por el jardín alertados por el ruido del motor y el más pequeño me pregunta:
"Abuelo ¿Dónde vas?"
Su hermana, más puesta con la sabiduría de un año más de vida le responde:
"Pues al médico, a llevar la basura o a Mercadona. Como siempre."
Me río mientras termino de abotonar el casco y me asombro de la capacidad de observación de la niña. Luego me dejo de reír al comprender que esa frase resume perfectamente mi vida y mis horizontes desde que me jubilé.
Cierto que mi rutina me gusta. Cierto que el mundo que vislumbro desde la pantalla de mi ordenador es enorme e infinito, pero cierto que mi vida cotidiana es así de diminuta.
Me monto en mi moto, pulso el mando de la puerta automática del jardín y parto a mi destino: Voy al médico a por algunas recetas anti-achaques.
Desde ese día no ha cambiado nada: mis destinos siempre han sido esos, el médico, llevar la basura y Mercadona. Hasta estos últimos días donde he recorrido tiendas de motos y equipamiento. Si todo va bien, esa lista irá aumentando rápidamente en ítems y en extensión geográfica.
"Abuelo ¿Dónde Vas?" Será, con suerte, un enigma para todos... incluido yo mismo.
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