Estrenada

 La carretera comarcal que baja al río tras unas curvitas interesantes se une a un camino vecinal asfaltado que desciende por la orilla del río entre cortados de piedra y doseles de árboles. La intersección plantea un cruce con un stop para el camino vecinal de unos 130º a la derecha según vas descendiendo.

Voy descendiendo. La teoría dice que para tomar ese desvío debo desplazarme a la izquierda todo lo que pueda para hacer la trayectoria lo más amplia posible... pero tengo detrás un coche que me va presionando. Intermitente a la derecha, leve toque al freno para que se encienda la luz y el coche me adelanta como una centella... pero para entonces ya tengo el cruce encima. Voy dos por hora para cuando empiezo a girar en el cruce. La moto me hace un pequeño movimiento que no esperaba. Hay un pequeño escalón justo donde se unen las dos vías y eso no lo había percibido. El manillar desciende y yo, torpe, freno del todo pero para entonces la inclinación a la derecha de la moto es mayor de la que puedo controlar poniendo el pie. 

Resultado: Al resueno de un ¡Nooo! dentro del casco, la moto se acuesta sobre su lado derecho y yo voy al suelo con ella. Mientras me levanto oigo que el motor se para. Bien.

Otra vez en parado. Todos los percances que he tenido con las motos han sido con las motos en parado. Me levanto maldiciendo a los dioses y a los años, que con la edad se tiende a culpar de todo a los años, y agarro la moto del manillar y del asidero del asiento y la levanto de un tirón.Bueno, de varios. En cada tirón se alza unos centímetros y yo voy adelantando las piernas para que no vuelva a caer. 

Cuando está casi derecha me surge la duda de qué voy a hacer ahora. Estoy al lado derecho de la moto y no he recordado abrir la pata de cabra. Si la levanto del todo corro el riesgo de que se caiga para el otro lado. Estoy apretando el freno y la moto tiene engranada la primera marcha, con lo que no hay peligro de que se deslice hacia abajo así que dejando a las piernas la tarea de sujetarla, me doblo sobre el asiento y con la mano izquierda abro la pata de cabra. Enderezo suavemente la moto y la dejo reposar sobre la pata. 

Buff. Primer gran miedo superado. 

Confesar aquí que algo así era uno de mis grandes miedos: Que en un viaje en solitario se me cayese la moto y no fuese capaz de levantarla. Si eso fuese así, mis sueños de viajar solo se verían muy limitaditos.

Una inspección demuestra que los daños en la moto se limitan a unos arañacitos en la defensa derecha y la punta de la maneta del freno rota. Ok. Es lo mínimo.

El estrene

 Por otra parte al levantarla ni recordé ni intenté utilizar ninguna de las tan famosas técnicas para levantar la moto... y me ocasioné una distensión muscular en la espalda. Aprendizaje, lo he llamado.

En los días siguientes he de reconocer que le he cogido miedo. No al movimiento si no a mi torpeza con los manejos básicos de girar en sitio estrecho, subir y bajar, aparcar, etc. Por tanto me estoy forzando a sacar la moto todo lo que puedo, hacer recados por la ciudad, ir a comprar pequeños olvidos, etc.

Funciona. Cada vez que voy y vuelvo habiendo realizado sin problemas eso que me daba miedo, me siento mejor y más fuerte... sin contar lo que disfruto sobre la moto cuando está en marcha.

No tardaré mucho en probarme en viajes más largos y en ciudades desconocidas.

Esto marcha.


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