Sensaciones

 Desde el estrene no había vuelto a coger la moto para hacer kilometrejos. Resulta que la distensión muscular de la espalda es muy jodía (no jodida, en mi pueblo se dice jodía). Han pasado ya 7 días y aún no me puedo mover con tranquilidad. En la cama, sobre todo, es un drama cambiar de postura y levantarse por la mañana una película de terror. Pero he "desarrollado técnica". No he conseguido que no me duela en tales maniobras pero sí el reducir casi a cero los tremendos pinchazos de los primeros días. Hoy me he levantado rígido pero gracias a San Ibuprofeno, al cabo de un rato prácticamente no me dolía nada y me he dicho, "Venga, kilómetros".

Dicho y hecho: a estrenar la chaqueta de moto. He hecho unos 120 kilómetros en una mancha manchega con 22 grados y nubes. Tiempo perfecto, carreteras limpias. He recorrido un vago triángulo entre pueblos conocidos que hacía 11 años que no recorría, cuando visitaba frecuentemente con mi otra moto a amigos a quien los años y mi nula presencia social han hecho desaparecer perdidos en sus propias biografías.

Las sensaciones sobre la moto geniales. Un placer salir de un pueblo donde respeto los 30 km/h establecidos y engranar marcha tras marcha mientras la Pataleta canta su canción. Un placer volver a trazar curvas enlazadas en una carretera ancha y sin tráfico rodeada de montes y bordeando un río. Un placer el aire en la cara. Un placer también, y este no lo esperaba, el de saludar y ser saludado con esas uves que te dan sabor de hermandad con personas que no conoces pero con las que sabes que estás compartiendo todo eso.

 

He vuelto a casa, me he quitado la armadura y me he puesto a cocinar. Ningún dolor, ningún cansancio.

Ahora la confesión, el por qué de este blog insulso: 

En esta mañana de finales de verano, con esta temperatura divina y recorriendo las llanuras, pueblos y montes que tantos recuerdos me traen, montado en mi moto entre el aire limpio y proyectando hermandad sobre esos deditos que me saludaban... he sido totalmente feliz.